jueves, 22 de octubre de 2009

Abran el juego señores...que la vida no es una timba

Una cosa es el juego y otra los juegos de azar. Fernando Auciello en su reciente libro: Juegos -Alción- reflexiona sobre el tema. Menciona a Heráclito que dijo “Dios es un niño que juega”. Pienso que a Díos en su plan creativo ni pasó por su espíritu la timba, aunque hoy hemos transformando al planeta en una ruleta rusa, o en un Gran Casino Royale. No somos James Bond 007, tampoco Robert de Niro en Casino de Martín Scorsese, donde la mafia de las Vegas como en la Argentina le interesa el juego clandestino como el legal. Sino mirá las vinculaciones de Cristóbal López con el gobierno. Los Casinos. Mueve 30 mil millones de pesos, y el estado solo recauda el 15% del total facturado, lo que pasa con el oro. El imperio de López se compone de 11 casinos y 14 salas de tragamonedas. En sociedad con Manuel Lao de la firma española CIRSA es dueño del Casino Flotante de Puerto Madero, donde van Tinelli, Sofovich, Susana, y cia. (TV narcótica y timba).
Te quiero contar que mi apellido materno es Azar. Cuando la partera Ríos le dijo a mi viejo que éramos mellizos, solo atinó a decir: Tómbola, cartón lleno, Truco. Claro que no fue por casualidad, sino por causalidad. No viene al caso especificar cómo éste pituco con un Ford "T", enganchó a la chinita del campo para quedar en una situación embarazosa. Pero hablando de azar y no de causas, nunca podré explicarme cómo mi viejo, un marxista racional, materialista dialéctico, se dejó ganar por el pensamiento mágico del juego. Aún hoy, guardo cuadernos tapizados de números, cábalas, neurosis de la imaginación. Auxiliado por los corticoides para respirar, casi moribundo iba a cuanta quiniela podía, a jugar un numerito más. Ansiaba tener un “golpe de suerte” pero lo que sí tuvo fueron “golpes de estados”. El diminutivo “numerito” pretendía atenuar o lisa y llanamente encubrir la culpa que siente todo jugador que enfermo de codicia y de ingenuidad quiere “dar vuelta la taba”. La neurosis que genera la apuesta sistemática te deja sin dinero, con una adicción que va en aumento, una insatisfacción que crece, generando mal carácter en ellos y en quienes los rodeamos. Un círculo vicioso que es parte de la patología social que hay que ver, no para prohibir, sino para legislar, para regular. Si hay un punto para satisfacer esta pulsión a 30 Km, por qué ponerla en la puerta de nuestros hogares.
Conozco otro caso familiar, que parafraseando a Joaquín Sabina en “Juegos de Azar”, sea Gauna o Luna, lo cierto es que no voy a hablar de amor, sino de juegos de azar y de “El Jugador” de Dostoiesky. Mi parienta, se irá con otras amas de casa desde Córdoba capital hasta Carlos Paz, para apostar unas monedas, a ver si los panes se multiplican. Nada de milagro, el sueldo de la familia se hace harina y otros amasan fortunas.
Unos de los juegos de azar más antiguos es el Dominó, que etimológicamente significa “Yo domino”. Tal vez por ahí venga una de las motivaciones de la ludopatía, el afán de manejar el destino o el futuro.
Nuestra ciudad se puede transformar en una timba financiera, ya hay mas casas de cambio que bancos, y también se puede trasformar en una Casino Flotante y naufragar en la Isla del Tesoro. El único Casino que quiero, por el cual luché con Nora Tacca, Alfredo Scanogtti y con un grupo de voluntarios es: El Casino, el que hoy es nuevamente centro deportivo y cultural. (Declarado patrimonio histórico en el año 2003 por Ordenanza)
Que no me jodan con el argumento de que con lo del juego se sostienen planes sociales, será como en las historietas de Capicúa o Isidoro Cañones, el apostador queda en bolas con un barril tapando sus partes pudendas, y los pobres cubiertos con las hilachas de un gran negocio para pocos.
No quiero ser como el Difunto Matías Pascal, aquella novela de Pirandello, donde se gana una fortuna en un Casino de Montecarlo, y según él sería la gran oportunidad para cambiar de vida. Toma el nombre de un suicida: Adriano Meis y será su peor jugada.
Cronopios, en los juegos de Azar, la suerte es no jugar. Pero menos hoy 17 de Octubre. En el Bakará, me dijeron que es el número de la desgracia, otros dicen que es el de la lealtad. Se aceptan apuestas.