miércoles, 29 de octubre de 2008

Segundo Congreso Nacional de Cultura. La casita de Tucumán




La Casita de Tucumán, 2º Congreso de Cultura.
Por Mario Trecek

En la Casita de Tucumán, entre el día de la Lealtad y el de la Madre, todos fuimos hijos de un debate nacional: Cultura y Desarrollo, que no es lo mismo que Desarrollo sin cultura.
En San Miguel de Tucumán, el pasado fin de semana representantes de 24 provincias argentinas nos dimos cita para analizar qué nuevas imágenes agregamos, o podremos agregar, al mural de la historia de los argentinos para el próximo Bicentenario, como el largo mural de 14 mts. que el caricaturista Miguel Rep, con gorra de lana multicolor, diseñara y concluyera con sus fibrones en el Museo Timoteo Navarro. En el mural no hay próceres, exceptuando a San Martín, próceres como aquellos de la sala de constituyentes que está a 100 mts, de la casita de la Independencia. La misma casita que Billiken y los Vigil, nos la pintaron de amarilla y puertas verdes, cuando en realidad la original fue blanca con aberturas azules, en fin, una más de las pequeñas grandes estafas de los que manejan la información. Yo descolgué de mi album de los recuerdos mi casita de 3er grado, que hice con pedacitos de papel glasé.
En el mural de Rep, solo aparecen el pueblo, las damas mendocinas, las madres de plaza de mayo, y en el medio los obreros peronistas que refrescan sus pies en la fuente después de aquella aciaga jornada del 17 de Octubre de 1945.

Cultura y desarrollo. Cultura o desarrollo. Estas dicotomías que siempre han marcado nuestra historia. Cultura para pocos, Cultura para todos. Este mural callejero, esta suerte de graffiti, de fresco de nuestra historia, nos conecta con la declaración del Segundo Congreso Argentino de Cultura de Tucumán donde las imágenes de este dibujante sugieren la imperiosa necesidad de articular, de no fragmentar los acontecimientos del pasado desvinculándolos del origen. Por lo que es auspicioso que se anunciara la creación del Consejo Federal de Cultura, la elaboración de una Ley Federal de Cultura y un incremento sustancial de los presupuestos destinados al sector, como acaba de suceder en la Prov. de Entre Ríos, que ya se dispuso por ley: 1% del presupuesto provincial para cultura, obligando a cada municipio a constituir la figura de responsable de cultura. Y no como sucede por aquí cerca, donde se acepta plácidamente, que se baje de rango, de Secretaría, es decir miembro opinante del Ejecutivo municipal, a Dirección, es decir aceptar de echo la condición de subalternidad de la tarea de los artistas, educadores, gestores del sector.
Las autoridades de todo el país se comprometieron a elaborar un estatuto que regule el funcionamiento del organismo y que establezca sus modalidades operativas y sobre todo financieras para cumplir con políticas públicas federales e inclusivas, para la integración y transformación social.
La delegación cordobesa de una veintena de congresales, que no viajaron ni en carretas ni en diligencias, pero llegaron, estuvo encabezada por el secretario de Cultura de la Provincia de Córdoba, Jaime José García Vieyra y el responsable para el interior Tito Acevedo, quienes intentaron en conferencias, foros, participar como escuchas, como dialogantes para que el “texto” final coincida con el remanido bla bla bla, de la redistribución de la riqueza, la inclusión social, se equipare a la justa distribución de la cultura.
Centralismo porteño, sobre todo en los conferencistas, federalismo en los participantes, actitud pasiva, mucha; debate, poco aunque jugoso, y en especial en los Foros. Aunque fue notable el debate que se planteó entre el Jefe del Programa de Preservación del Patrimonio Histórico de San Luís, Roberto Tessi, que luego de proyectar un Power Point mostrando casitas para comunidades indígenas con diseños casi naif, Claudia Herrera de la comunidad Huarpe, se levantó y dijo a viva voz “Estamos hartos de que hablen por nosotros y no nos consulten”, lo que le ganó una ovación.
Hablando de tecnología, el Power Point, también le jugó una mala pasada a la riotercerense, ahora senadora por Jujuy, Liliana Fellner, vice, de la comisión nacional del Bicentenario, y la que ha propuesto, declarar por Naciones Unidas, al Camino del Inca como Patrimonio de la Humanidad, haciendo interesantes planteos.

Hablando de la mala pasada que puede jugarnos la tecnología, quiero hacer referencia justamente a lo planteado por Aldo Ferrer en su discurso inaugural, en el Teatro San Martín: El gran desafío de la Argentina como de Latinoamérica consiste en igualar el desarrollo de las ciencias y la tecnología con el de las artes que otorgan identidad, Unir las Creaciones del ingenio con las Creaciones del espíritu.
Y vino la charla de Osvaldo Bayer en el salón central de la Secretaría de Hacienda, donde planteó que, desde la Conquista de América, del desierto, de la soja, la eliminación de los indios, de los gauchos, de los cabecitas negras, ha tenido que ver con el tema central de la Argentina, la tenencia de la tierra, la Sociedad Rural comenzó con la Roca, y los Martínez de Hoz, y los Miguens, que siguen en esta batalla del privilegio.
En ese salón tuve la grata sorpresa de encontrar dos representantes del municipio riotercerense, Laura Blanco y Micaela Damico Bossio, que presentaron en pantallas de exhibición permanente un video acerca del Museo y la puesta en valor, como elemento articulador, entre educación, turismo y cultura.
Quisiera dar más trazos a este boceto, pero quiero ofrecerles dos postales, dos viñetas de este Congreso, que por su carga emocional, son para guardar junto a mi viaje a Tafí del Valle, que amerita otra nota.

Mural 1-
Teatro San Martín.
Así como en la jornada inaugural no pude ingresar al teatro, y unos 30 patovicas, de estricto negro, nos impidieron a 300 congresistas, ingresar y bajo la lluvia nos tuvimos que retirar no sin protesta por supuesto, y para nada lamentando la ausencia del Secretario de Cultura de la Nación José Nun, así como la del Gobernador Jorge Alperovich, que al haber tomado estado público que Mauricio Guzmán el presidente del Ente Cultural de Tucumán, fue funcionario y funcional al gobierno del ahora presidiario Bussi, evitaron exponerse junto a éste, sí pude hacerlo en otra jornada y con un marco de público totalmente diferente, fue cuando el pianista tucumano, ciudadano del mundo, que reside en París, se presentó. Todos fuimos por su concierto, poco piano y mucho coro, y esto fue lo realmente relevante, porque el fundador de Música Esperanza, convocó al Coro del penal de Villa Urquiza. Estábamos rodeados de policías, en todos los niveles del teatro, y los coreutas, con diez guardia cárceles en el escenario, cantaron a viva voz el tema de Alejandro Lerner, Volver a empezar. Fue emocionante, apoteótico. Hijos e hijas, madres, esposas, novias, amantes, gritaban “Juan”, “Pedro”, “Agustín”. Miguel Ángel Estrella que hace coincidir el arte con la vida, me dijo “El arte también tiene un espacio en aquellos lugares olvidados, a los que el establishment no les presta atención”-

Mural 2-
La Casita de Tucumán.
El día de los Museos, disfrutamos en el patio de la casa de Dña Pardo Bazan, donde están los bajorrelieves realizados por Lola Mora, un cóctel, donde invitamos a esta experiencia inolvidable, al joven artista plástico de Villa Ascasubi, Marcelo Cuello, también responsable del área de cultura.
Allí al lado de Aldo Ferrer, y haciendo sonar la copa de buen vino que acompañaron a las empanadas tucumanas, junto al chozno de Martín Miguel de Güemes, que lleva para su honor el mismo nombre y apellido, compartimos una noche donde todas las provincias estuvieron unidas por la buena música y el diálogo, que siempre es tierra fértil para toda independencia.
Por las calles de Tucumán pasaba una multitudinaria marcha de trabajadores que gritaban, no nos cierren el Mercado, pero no el de Walt Street, sino el Mercado de frutas y verduras, que anuncia la pérdida de fuentes de trabajo de más de 300 familias.
Este Segundo Congreso de cultura es Nacional y debe pensarse enmarcado en un concepto de Nación, en una dinámica endógena, a nivel político institucional y capaz de guiar lo económico y cultural, dentro de Sudamérica y en el contexto de lo Global.
Globalización que debe pensarse desde la Argentina, con todas nuestras ventajas, y no al revés, recorriendo los caminos de la Independencia hacia el 25 de Mayo de 2010.

viernes, 10 de octubre de 2008

POR LA VUELTA - Escritores de La Cañada




Grupo La Cañada, Por la vuelta.



por Mario Trecek
Primavera 2008

César Altamirano, Carlos Gili, Víctor Retamoza, Mario Yudicello, Maximiliano Mariotti, Juan Coletti, Miguel Martínez Márquez, Aldo Guzmán y Azucena Gribaudo.


No es lo mismo contar con la secreta esperanza de ser contados, que no contar el cuento.
La narratividad es la evocación de lo cotidiano, que por fuerza de tonos, personajes, trama, adquiere una dimensión fantástica, hiperrealista o realista a secas en el flujo interminable de la vida. De la vida de la gente de carne y hueso, y la de los seres de papel, que de todas maneras aman, sufren, se desquician literal como literariamente.
En Córdoba la literatura es lengua y es lenguaje, es oralidad con tendencia marcada a lo letrado. No es chiste, es cuento y es cordobés. Tan mentado como la peperina, y es para iniciados, no para burros de la serranía que repechan la loma ignorando sintaxis como gramáticas, sino una disponibilidad y disposición a contar, a narrar, a relatar, a dialogar, monologar o hasta en la modalidad del soliloquio, no importa. Hablar como los locos, hablarle a las paredes, porque aquí en Córdoba hasta las piedras narran.
La lengua obra común e indistinta de un pueblo, parafraseando a Paúl Valery, impondrá condiciones a la academia o a ciertos narradores académicos, sin hacer distinción de géneros, no solo por lo de masculino y femenino. Digo.
El génesis de la narrativa cordobesa permite aventurar hipótesis, porque prosapia tiene, que no solo proviene de los claustros universitarios, sino que está acrisolada desde que se inauguró el canon cordobés con Dn Luís de Tejeda, poco después de 1850. Por eso esta antología variopinta, ecléctica, heterogénea, heteróclita, “Por la Vuelta” con los narradores del Grupo de La Cañada y sus textos, solo imitan, emulan, aquel “Libro de varios tratados y noticias” del bachiller donde combinara registros poéticos, autobiográficos, narrativos, misceláneas.
En Por la Vuelta, estos caballeros de las letras y amigos, a la sombra de las Tipas de la Cañada, o de un Tala en Agua de Oro, vinculados por la creación literaria, pero también por el Cabernet aportado por un “Huevón”, el mendocino Juan el que te “la da cambiada”, el que mezcla realidad y ficción en proporciones que el solo sabe manejar, invitan a una escritora: Azucena Gribaudo. Al asado no, a publicar. ¿Será para no ser acusados de machistas?
Hablando de misoginia, me voy al fondo de la historia para no comprometer un pasado reciente. Recuerdan o escucharon hablar de los graffiti donde haciendo alusión a “Esa” “La Loca”, escribían en las paredes Viva el cáncer, bueno aquí en esta antología, aparecen modos diversos del texto, que por su creatividad, ideología, debieran figurar con rango de literatura: “ La vida es una enfermedad mortal que se trasmite por vía sexual”, decía, hablaba, narraba una pared cerca del cementerio de San Jerónimo, o este algo más prosaico, pero no por ello menos sabio “La amistad es como la mayonesa, te cuesta un guevo para que no se corte”.
Y también hablando de rayados, graffiti, pintadas, recuerdan el de la década del 70, Luche y vuelve, que escribían jóvenes peronistas de izquierda, entelequia que algunos decían que era pura literatura, hasta que el general les dijera imberbes, y los echara de la plaza, y salieran cantando bajito, no a los del club del clan, sino nostálgicos parafraseaban con un andar canyengue el tango de Gardel y Le Pera “Volver con la frente marchita, …y aunque el olvido, que todo destruye, haya matado la vieja ilusión, guardar escondida una esperanza humilde, que es la fortuna del corazón…para vivir con el alma aferrada a un dulce recuerdo que lloraremos una y otra vez”.
Por la vuelta, es un gesto, una acción de reencuentro, un pretexto de reunión, y este sema, volver, es heraclitiano, por aquello de lo cíclico, del eterno retorno, de volver a pisar siempre la misma piedra, de llorar el equívoco, las consecuencias del Cambalache, como esos “Guapos del novecientos” que después de un chamuyo, de una conversación al oído, desde el farol partieron: Sandoval y Rocamora tomados de la mano.
Es que la década del 70, era de revólver, peor aún, de Itakas y FAL, como aquel 25 de septiembre que asesinaron a Rucci, fueron épocas de acción, no de revolver, acción de hacer girar la cuchara de madera para que no se nos pegue el estofado. Re-volver, es como dicen los chicos hoy, que anteponen re, a todo. Re-volver, era una reafirmación de un regreso a las fuentes, como lo hace César Altamirano en el hermoso primer texto que cumple con el sino de Julio Verne, dar la vuelta al mundo en 80 días, o de Julio Cortázar, que en un día recorrerá 80 mundos, es el caso del niño extremeño que saldrá a “buscar nuevas glorias, cobrar nuevas vidas”, como la de otro niño, que vive allende los mares en el Arauco, Caupolican, o Lautaro, en un lugar que el niño extremeño llamará Santiago, como Valdivia lo hizo, y que el indígena denominará Tucapel. El capitán Altamirano es cordobés, no de Castuera, y nos cuenta que las malinches se repiten en la historia de América latina, y que “aquel domingo de septiembre cuando aún faltaban tres horas para que el sol destejiese las sombras”, Doña Inés Suárez la amancebada, desenvainó su espada y degolló a todos los indios.
Vendrá luego un relato de iniciación, de Juan Coletti, yo diría de juancito que está por perder la virginidad y ganar en esta Primera Vez, la oportunidad de recuperar la inocencia. Será con una prostituta patoca, retraída, medio pajarona, violada por su tío Ramón que la llenará de cariños, regalos e ignominia, y por despecho, a modo de revancha “ella convirtió el sufrimiento en poder, la mina que transforma el deseo de los hombres en pura ilusión y los deja vacíos, secos, pensativos, ausentes”.
Juan esa noche, tendrá que Volver a la vida, a las putas pruebas de crecer o morirse, de sacarse a pedazos la mierda del mundo, dice la prostituta, dice Juan, dice el narrador, escribe Juan Coletti.
Córdoba fue siempre revoltosa, y hasta revolucionaria, este gen, la hizo guevarista en los 70. Será por esto que un joven estudiante de medicina en la Universidad Nacional de Córdoba, previo paso por Alta Gracia, asmático, rugbier, amigo de Gonorosky, Alberto Granado, o Miguelito Contreras, saldrá un tiempo antes a recorrer una geografía no solo para escribir un diario de viaje, un cuaderno de bitácora. En este marco histórico Carlos Gili recrea, vuelve verosímil un monólogo, un mea culpa de Eutimio Guerra, el traidor, que confiesa haber sido útil al dictador Batista, y que no logra comprender porque lo hizo, y contra todo razonamiento, confía en la palabra de Fidel y el Che, los traicionados. Pidiéndoles antes del relámpago y el trueno, que si triunfa la revolución que se encarguen de educar y cuidar a sus hijos, y ante los ojos de aprobación del pedido, queda tranquilo, porque si el Che lo promete, cumple.
Aldo Guzmán, Dr. en letras y estudioso de la literatura cordobesa, en 1971 publicó Barranca, que recrea el espacio, el territorio, y no tanto el asesinato de Facundo Quiroga en Barranca Yaco. Era 1835 y fue por designio de los Reynafé, como una década después, vendrá la lucha nunca concluida con fuerzas extranjeras, que intentaran domeñar políticos como caudillos, en la batalla de La vuelta de Obligado. Volver, siempre volviendo, somos un gerundio.
Aldo Guzmán, llevará a su personaje a reflexionar en un lugar abierto en medio del camino real, un lugar o un recuerdo, una memoria, una historia o la historia de la argentina horrorosa, plagada de matanzas. El protagonista va retrocediendo, dice, un modo de volver, o de ir para atrás, como la Marcha del Cangrejo, la última novela de Fernando López, saltando de recuerdo en recuerdo, hasta dejar de lado su propia vida y llegar mucho más allá: siento que estoy en el principio de un millar de principios.
Texto poético, reflexivo, esperanzador aunque hable de soledad y de muerte. Cualquier paralelismo con los 70, es puro mérito de la literatura y su hacedores, los escritores cuando lo son de verdad. Volverá el terrorismo de estado con las Triple A. Premonitoriamente en Barranca está escrito “Nos hemos armado con la lanza y con la muerte, es necesario que termine esta juventud de la violencia”.
Los jóvenes de los 70 éramos violentos, porque nos dijeron que la juventud era un arma cargada de futuro, todos éramos Agustines Toscos, Atilios López, y nos mirábamos en el ombligo de nuestras convicciones, o como Narciso en el espejo del Suquia con pelo largo e ideas largas. Soy el más lindo, soy el más coherente, el más revolucionario. Ya en 1974, Maximiliano Mariotti publica Pequeño Molino del Ocaso, una novela de anticipación, que fue premio Emecé, donde describe y escribe un mundo amenazador y sombrío, una suerte de Diario de La guerra del cerdo de Adolfo Bioy Casares, donde hay que abolir a todos los viejos, porque el mundo es de los jóvenes, nada de geriátricos, nada de maquillaje, nada de cirugía estética, a todo hay que aplicar cirugía mayor.
Por eso hay que recurrir al consultorio del Dr. Federico Krenner, como Edmundo Manteia. Uds. saben que el pez por la boca muere, y como la ninfa Eco, que de tanto amar, solo le quedó la voz, bueno, los jóvenes narcisistas ideológicos de los 70 de buen grado se hubieran puesto más de una boca para convencer al prójimo, no a dialogar, sino a afiliar, o a conversar con uno mismo, para buscar la emoción, claro objetivo utópico, porque como le dice el facultativo, el cientificista: la tecnología, la computadora, no podrá nunca separar el color celeste, del cielo, o la transparencia, del agua, es jugar con lo imposible. Y a su juego lo llamaron, porque los jóvenes de los setenta, los del Mayo francés, como los de Tlatelolco, como los del Cordobazo, lo que querían era lo imposible, y no era solo por ególatras, o egocéntricos.
Por eso de la mano de Miguel Martínez Márquez, volveremos al fondo de la historia de cada persona, al territorio de todos los relatos, donde no se habla de los imposibles, porque es donde todo es posible: el territorio de la infancia, donde nos cruzaremos con Jardín Florido, el Cabeza Colorada, y nos prenderemos en la verja del jardín de uno de los protagonistas de la reforma universitaria, la del Dr. Deodoro Roca que por ese entonces defendía a Suárez Zabala presunto asesino de Martita Stutz.
En fin, Quijotes, como las lecturas del “niño débil” que de tanto leer a Cervantes en una versión de 1607 best seller de 1605, su maestra convocó a su madre para advertirla. Quizá seguiría leyendo a otro libro que se editó en nuestros pagos, que en su segunda entrega se aseguraba una tirada de 48 mil ejemplares, estoy hablando de La Vuelta del Martín Fierro de José Hernández. Miguelito se mimetizaba con los personajes que leía, padeciendo la enfermedad de Alonso Quijano.
Víctor Retamoza, este gran historiador nos ofrece varios textos, pero elijo recomendarles una prosa poética exquisita, donde Rocío “quiso enhebrar sus ilusiones con vueltas y vueltas de esferitas de agua, como a sus sueños, volvió a su cama descalza, sosteniendo con las manos el sueño esperanzado de pétalo y rocío, y dejando asentadas en la tierra real, las zapatillas que no fueron a navegar en la imaginación”. Bellísimo.
Viene finalmente Mario Yudicello, con su perros, Zeus, Boraka, textos cortos, pero contundentes, que caen como un ladrillazo en la cabeza, porque “al que le toca le toca”, dijo el loco Nino, y comenzó a lanzar sus proyectiles desde la terraza a los parroquianos que veneraban en procesión a su santo patrono.
Y para concluir, he invertido el dogma, primero las damas reza el código de caballerosidad, pero en esta oportunidad Azucena Gribaudo, última.
El cuento de Azucena es una remisión a las sagradas escrituras, una parábola que nos narra algo del campo, pero no del reciente conflicto sojero, que parece están por la vuelta, sino del campo visual y literario. Evoca la década de los setenta, del arte comprometido del realismo socialista, y de la sensibilidad social del fotógrafo Luciano Linari Santi, que estampando en el suelo su máquina fotográfica, jura no volver a sacar una foto más en su vida, y para reconfirmarlo, la avente de una patada. Una digresión: ¿Por qué ciertos fotógrafos en vez de captar imágenes de crotos, linyeras, o loquitos del pueblo, indigentes económicos o psíquicos, lo hacen con un millonario, pero pobre de espíritu, indigente de afecto, que algunos son tan patéticos como fotogénicos?
Es que Luciano volvió la mirada sobre un indigente “un mísero, de ese rostro sin Dios, una imagen letárgica de la quietud”, con olores ofensivos, pantalones meados, imagen de miseria rancia, ese cristo de la greda, del barro, fue el que hizo trastabillar moral y quizás ideológicamente al artista. Cambiando los vernisage, los cócteles de inauguración que reclama todo acto cultural que se precie de tal, y se refugie definitivamente en un invernadero. No más Lirios del Campo.
Volver, no es la película de Almodóvar con Penélope Cruz, Volver no es el canal de los revivals, Volver no es solo un verbo, sino una acción, donde se pone el cuerpo, volver es reincidir, es Volver a empezar, como canta Alejandro Lerner.
Por la vuelta, por el reencuentro, como el tango de Enrique Cadícamo y José Tinelli, que en el 74 Susana Rinaldi cantaba: La historia vuelve a repetirse. Tu copa es esta y nuevamente los dos brindamos por la vuelta.
Amigos celebremos este libro, esta antología de los escritores de La Cañada. ¡Brindemos!. Mozo, Por la vuelta no hay problema, sirva nomás, champán para todos, que pago yo.